Los 5 puntos negros del Plan Presupuestario de Sánchez

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Subidas de impuestos y un desplome económico, ese es el complejo escenario al que nos enfrentaremos en España durante los próximos meses si el Gobierno no corrige los cinco puntos negros que recoge su Plan Presupuestario.

Que la gestión del Gobierno en materia económica de los últimos meses ha sido desacertada es un hecho que ahora constatamos todos al ver el impreciso Plan Presupuestario de Sánchez, más propio de una película de ciencia ficción que de un Gobierno serio que se precie y que alcance a entender los problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad y, más concretamente, la tan asfixiada clase media.

Estamos, a mi modo de ver, ante un Gobierno al que se le antoja demasiado complicado adoptar medidas que salven nuestra economía y, lejos de eso, opta por enviar a Bruselas un Plan Presupuestario para 2121 algo precipitado- se acababa el plazo- habida cuenta de que todavía no se ha cerrado entre los socios del Gobierno de coalición un acuerdo para el borrador de las Cuentas Generales.

Estamos ante un Plan que presenta cinco puntos negros que entorpecen ese claro objetivo de favorecer el crecimiento, la reactivación económica y la creación de empleo.

El primero de ellos son las previsiones irreales que maneja el Gobierno y que le otorgaban a nuestra economía un decrecimiento para 2020 del 11,3%. Ha tenido que llegar el Fondo Monetario Internacional (FMI) para advertir a nuestros gobernantes que no, que el decrecimiento estimado para el próximo año será mucho mayor: cercano al 12,8%.  España será la peor gran economía avanzada este año con una contracción brutal, que se queda muy lejos de la que experimentarán los países de la eurozona o casi de la de cualquier país del mundo.

El segundo punto, no menos importante, es el elevado incremento del gasto público que se prevé para los próximos meses y que no concreta partida alguna destinada a inversiones productivas o, lo que es lo mismo, a aquellas que regeneran el ámbito empresarial que tan dañado se ha visto durante la crisis del COVID-19. El Gobierno ha aprobado un techo de gasto récord para impulsar el crecimiento económico en 2021 y atenuar el impacto de un 2020 catastrófico que nos ha marcado a todos de por vida.

El tercer aspecto preocupante es la ausencia de medidas destinadas a rebajar la duplicidad de administraciones públicas o a evitar gastos superfluos.  Ni mu sobre rebajar la friolera de 20.000 organismos públicos ni sobre arreglar el “overbooking” de asesores -un auténtico batallón- pero, en cambio, tienen la osadía de intentar una subida salarial para sus Señorías que, gracias a la coherencia de la oposición, se ha visto frenada.

Por no hablar del tema impositivo. Se está abriendo una gran brecha con respecto a otros países y lejos de tomar medidas de estímulo, se pretende hacer una subida de impuestos que perjudicará a las clases medias y bajas.

Está, por ejemplo, el tema del IVA de las mascarillas, que parece artículo de “superlujo” y no de primera necesidad; la subida del IVA a la sanidad y educación privada, o el incremento en el tipo a las bebidas carbonatadas y productos con envases de plástico, entre otros ejemplos. Decisiones que, lejos de inyectarnos oxígeno que nos permita coger aire tras estos duros meses de varapalo económico, provocarán la descapitalización de las familias y la caída del consumo privado.

Además, ahora los socios del Gobierno presionan en el incremento del IRPF a las renas altas, algo que apenas logrará un impacto en la recaudación del impuesto del 0,6% pero que amenaza el acuerdo.

Por último, creo que en el Plan Presupuestario falta una clara explicación que recoja de dónde piensa sacar el señor Sánchez los ingresos necesarios con los que soportar el enorme gasto público que se avecina. Este capítulo es de ciencia ficción. Estiman una recaudación histórica irreal y absolutamente inflada que recoge ingresos llegados de partidas que, por el momento, no existen.

Si no hay precisión en los ingresos y en los gastos, no habrá jamás credibilidad presupuestaria ni un horizonte que facilite la pronta recuperación de las familias y empresas españolas que se desviven cada día por librar la batalla de la supervivencia económica.

Las arcas públicas españolas están en los huesos, la crisis avanza, miles de empresas están con encefalograma plano… y aquí nadie es capaz de imponer cordura, orden ni concierto.