La nueva variante del virus ha puesto ‘patas arriba’ nuestras vidas….y, sobre todo, a los negocios. La expansión sin control que vivimos asesta un nuevo golpe al tejido productivo por dos frentes: uno, el freno al consumo en plena campaña de Navidad y rebajas y dos, un aumento exponencial de las bajas laborales que es insostenible y pone en jaque la actividad económica de muchas empresas.
Los datos oficiales dicen que, hasta el 23 de diciembre, se notificaron 240.000 bajas y, según las mutuas, la cifra asciende a 566.175.
Las consecuencias son graves e implican un coste para las empresas, que sufragan la prestación por incapacidad temporal de corta duración y que se ven en la necesidad de reorganizarse casi a diario.
En diciembre ha habido un 30% de cancelaciones en el sector turístico y ayer, por ejemplo, me hablaron de una empresa de atención al público con 22 trabajadores que tiene a 11 personas de baja… ¿Cuánto tiempo se puede aguantar así?
La situación, además, está colapsando muchos servicios esenciales y, en medio de este caos, al menos hemos dado pasos grandes en digitalización y teletrabajo y esto está salvando la actividad de algunas empresas.
Por otro lado, está el coste que supone para las arcas del Estado. El dato no es baladí: la Seguridad Social pagó, hasta noviembre de 2021, 1.589,81 millones de euros en concepto de incapacidades temporales por contagio o aislamiento.
No nos queda mucho más que esperar a que Ómicron remita pero, mientras, coincido con Miguel Garrido, presidente de la patronal madrileña, en la necesidad de habilitar fórmulas para que, por un lado, se permita a los médicos de los sistemas públicos de salud para que las bajas laborales que otorguen por causa del COVID lleven aparejadas un alta automática a los siete días y, por otro, que se habilite a las facultativos de las Mutuas de Trabajo a poder dar las bajas y las altas para contribuir a descongestionar los servicios públicos de salud.
A todos… mucho ánimo. ¡Saldremos adelante!