¿Está España preparada para una jornada laboral de 4 días?

¿Está España preparada para una jornada laboral de 4 días?

No tengo ninguna duda respecto a que un trabajador feliz es más productivo.

Estar a gusto en nuestro trabajo, tener más tiempo para conciliar o disfrutar de salud física y financiera son sólo algunos factores que, está demostrado, aumentan la productividad laboral de una persona.

Otra cosa es que esa felicidad sea a costa de las empresas, y esto podría suceder con la jornada laboral de 4 días que plantea el Gobierno, una medida que no es la panacea contra el agotamiento y el estrés laboral ya que, aunque se elimine un día del calendario laboral, la carga de trabajo sigue siendo la misma.

El economista Keynes predijo en 1930 que dentro de ocho años, deberíamos estar trabajando 15 horas a la semana. Lo reflejó en su ensayo «Posibilidades económicas para nuestros nietos», en el que aseguraba que los avances tecnológicos permitirían a la humanidad reducir drásticamente el tiempo de trabajo en un siglo. Sin embargo, y pese a unos avances que Keynes no podía ni imaginar, la realidad es otra.

Trabajamos 40 horas semanales, aunque muchas empresas permiten ya la acumular 10 horas en 4 días, mientras los sindicatos piden reducir a 32 horas el trabajo semanal.

El proyecto piloto propuesto por ‘Más País’, está dotado con 10 millones y dará hasta 150.000 euros a las pymes industriales que se acojan. A cambio, tendrán que mermar al menos el 10% de la jornada laboral y mantener el plan durante dos años, sin reducir el salario de sus empleados.

Pero… ¿está España preparada para esto?

Los sindicatos defienden que hay capacidad para trabajar 4 días sin reducir los salarios, pero…¿qué opinan los empresarios?

Como en todo, tiene que haber un equilibrio entre las partes. En este caso, entre empleador y empleado. Y en un país que vive fundamentalmente del sector servicios, esta medida es complicada.

En mi opinión, con la inflación por las nubes y un delicado contexto internacional no es el momento. La medida solo tendría sentido si se acreditara como  fórmula de reparto de empleo y si las empresas contrataran a más trabajadores debido a la reducción de jornada, como política de empleo.

Hacerlo de manera de manera general dañaría gravemente la competitividad de nuestra economía dado que nuestro modelo productivo es altamente improductivo.