España, en llamas

LLamas

Lamentablemente, como cada año por estas fechas, volvemos a vivir una oleada de incendios que están asolando nuestro país de norte a sur. Un panorama desolador que arrasa nuestros recursos naturales y deja un profundo desconsuelo en aquéllos que ven cómo las llamas acaban con todo lo que poseen.

Para nuestra desgracia, España no sólo arde en sus montes, sino que también lo hace (y permítanme la comparación) en Economía. Y es que las condiciones ya desfavorables que veníamos viviendo por la crisis del COVID, se están viendo avivadas por la gasolina de las medidas que se están implementando en los últimos días.

Así, el sector empresarial que ya venía muy tocado, sigue sufriendo bajo la mirada pasiva de quienes pueden poner remedio a su agonía, siendo las últimas de Europa en recuperar #beneficios, habiendo tenido una pérdida de casi 100.000 millones de euros desde que comenzó la pandemia. Además, el 60% de las #empresas españolas -una cifra realmente importante del tejido productivo de nuestro país- no puede alcanzar los cinco años de vida.

A estos datos ya graves para el #empleo en España, se le suman las consecuencias que vendrán aparejadas de la aplicación del nuevo impuesto a la #banca y empresas #energéticas. Una medida que, según un informe del IEE, podría suponer la pérdida de 72.000 puestos de #trabajo, un impacto sobre la economía de 5.000 millones de euros (4 décimas sobre el PIB), y, por supuesto, un mensaje muy claro para los #inversores, y no precisamente positivo.

Ayer, también, conocíamos la decisión del BCE de subir 50 puntos básicos los tipos de interés; una medida que pretende luchar contra la inflación cercenando la capacidad de consumo de los hogares y que supondrá una subida considerable de las cuotas de las hipotecas a tipo variable (el 65% de las que se firman en nuestro país).

En esta situación y con estos catalizadores, los que tienen en su mano el futuro económico deberían entender que las únicas herramientas que tenemos para luchar contra las llamas son la política monetaria, la política fiscal y la política exterior. Ojalá nuestros dirigentes sean capaces de contar con los conocimientos suficientes para llevarlo a cabo de manera correcta (siempre he defendido que la educación financiera es el mejor arma contra las adversidades económicas), no tengamos que presenciar un “hasta la vista, baby” similar al de Boris Johnson o un “lo que sea necesario” como el de Mario Draghi, y controlemos este incendio antes de que las llamas devoren todo.