Lo más importante es que el mercado funcione y se imponga la competencia. Es decir, que si un supermercado quiere o tiene que subir los precios tenga libertad para hacerlo y se atenga a que los clientes nos vayamos a comprar al de enfrente. Eso provocará que, seguramente, vuelva a bajarlos.
Así funciona el sistema de libre mercado por el que se rige la UE. Es decir, a través de la información que proporciona el sistema de precios, los agentes económicos van ajustando su oferta y demanda y tomando decisiones de producción, consumo, ahorro e inversión para optimizar aquellos recursos más escasos.
En la economía de libre mercado, el Estado no planifica o dirige la actividad económica, sino que tiene la misión de crear la seguridad jurídica necesaria para que los particulares la ejerzan libremente.
Parece que esto lo sabemos todos salvo quienes nos dirigen que, si quieren ayudar a las empresas, en vez de plantear medidas absurdas tienen que apostar por medidas como bajar el IVA.
Lo contrario sigue dañando la marca España y poniendo en entredicho nuestra credibilidad entre los inversores.
A mi, me avergüenza.